
En respuesta a las recurrentes inquietudes sobre la calidad del agua de red en Bahía Blanca y la región, un geólogo de la UNS llevó tranquilidad a la población. El Dr. René Albouy, decano del Departamento de Geología, aseguró que el suministro es totalmente apto para el consumo humano, al cumplir con los rigurosos estándares sanitarios vigentes, a pesar de la presencia natural de arsénico y flúor en sus fuentes subterráneas.
La complejidad del suministro y la presencia mineral
El abastecimiento de agua en Bahía Blanca es un sistema dual que combina la captación superficial y la subterránea. Si bien la mayor parte del suministro proviene del Dique Paso de las Piedras, una fuente vital que regula el caudal del Río Sauce Grande, este se complementa con una batería de pozos cercanos a Cabildo y otras extracciones clave para garantizar la cantidad y presión necesarias para la vasta red urbana y el polo industrial.
Fue precisamente la inclusión de las fuentes subterráneas lo que reavivó el debate sobre el arsénico, un elemento químico natural que se encuentra ampliamente distribuido en el subsuelo de la llanura pampeana y es un componente típico del fenómeno geológico conocido como Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE).
El Dr. Albouy subrayó que la presencia de arsénico y flúor es inherente a la geología local, pero enfatizó que la clave reside en la gestión y el monitoreo constante. «Nosotros localizamos un área donde se puede extraer agua en cantidad y calidad, dentro de los límites permitidos,» afirmó el geólogo. Esta estabilidad en la composición química de los acuíferos subterráneos, que no varía significativamente a lo largo del tiempo, es lo que permite una planificación y tratamiento efectivos.
Lo que dice la norma: El límite de 0.01 mg/l
El estándar de calidad del agua potable en Argentina se rige por el Código Alimentario Argentino (CAA), el cual establece para el arsénico un límite máximo de 0.01 miligramos por litro (mg/l) o 10 partes por billón (ppb). Si bien históricamente la normativa había tolerado un valor superior (0.05 mg/l), la presión judicial y la actualización a recomendaciones de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) forzaron la implementación plena del estándar más bajo.
El especialista de la UNS remarcó que, si bien la legislación exige analizar el arsénico total —sin distinción de su estado químico—, las empresas proveedoras deben garantizar que el agua que sale de las plantas potabilizadoras cumpla cabalmente con ese umbral.
La toxicidad en detalle: La diferencia entre las formas químicas
Un punto central en el análisis de Albouy radica en la distinción de las formas químicas del arsénico, una complejidad que la normativa de «arsénico total» no capta. El arsénico inorgánico, la forma más tóxica, se presenta principalmente en dos estados de oxidación: Arsenito [As(III)], la forma reducida y más peligrosa; y Arseniato [As(V)], la forma oxidada y significativamente menos nociva, además de ser más fácil de eliminar en los procesos de potabilización.
Albouy hizo referencia a un estudio realizado en La Pampa, una provincia con altos niveles históricos de arsénico, donde se observó que la forma oxidada es la predominante. Este tipo de composición química es común en la llanura pampeana y es un factor clave para comprender la baja incidencia de enfermedades asociadas en algunas poblaciones, pese a los registros.
«No quiere decir que no haya que analizar el agua, por supuesto,» aclaró, destacando que es fundamental el análisis químico y bacteriológico constante para certificar que el suministro se ajusta a los estándares sanitarios requeridos.
Más allá de los rumores: Tranquilidad para Bahienses y rurales
El geólogo recordó que Bahía Blanca ha enfrentado en el pasado otros desafíos relacionados con el agua, como problemas de coloración, el sabor a “Gamexane” o la proliferación de cianobacterias. Sin embargo, diferenció estas situaciones, que eran de origen físico o biológico y generaban alarma inmediata, del actual monitoreo químico.
El mensaje de tranquilidad se extiende a quienes residen en la zona rural y se abastecen mediante pozos o molinos. Albouy señaló que, en gran parte de la región, el agua subterránea es apta para el consumo y que la compra generalizada de agua envasada es, en muchos casos, producto del desconocimiento y la difusión de rumores sin base científica.
Finalmente, el especialista disipó las dudas sobre el famoso Acuífero Surgente del Parque de Mayo, un punto de captación histórica muy popular entre los vecinos. «Ese surgente está certificado: tiene casi nada de arsénico y casi nada de flúor. Esa agua se puede consumir sin preocupación,» concluyó. La recomendación final es clara: la base para la tranquilidad debe ser la evidencia científica y los estudios rigurosos, no los comentarios no verificados. El agua de Bahía Blanca cumple, actualmente, con los estándares de calidad establecidos.
