
Tras la operación estuvo dos meses encerrado en un pueblo de Basilea para su rehabilitación y no funcionó: “A los dos meses y medio me dicen ‘No, no nos quedó otra cosita, te vamos a volver a operar’... La sexta. Después de ahí me fui para Estados Unidos. Seguí rehabilitando y entre cirugía y cirugía probaba tratamientos”.
Del Potro amplió: “Debo tener más de 100 inyecciones en la pierna y en la cadera y en la espalda. Me infiltraron, me sacaron, me analizaron, me quemaron nervios, me bloquearon tendones. O sea, un sufrimiento a diario”.
A corazón abierto aseguró: “Realmente no tengo más ilusión de volver a jugar porque el cuerpo no me lo permite”.
Delpo contó que toma entre 6 y 8 pastillas por día para estar bien: “Me duele muchas veces para dormir. Cuando me giro de lado me despierto porque me pegan unos pinchazos que son muy feos y la verdad que, si bien viene siendo como una pesadilla sin final, a diario sigo insistiendo en buscar solución y buscando médicos, alternativas y todavía no la encuentro”.
«No sé cuándo va a terminar porque tengo otra, otra gran pelea con médicos, que es ‘ponete una prótesis y deja de joder’. Y yo muchas veces digo ‘Bueno, dale. ¿Qué me garantiza la prótesis? No, vas a tener calidad de vida’. Bueno, perfecto. Es lo que yo busco. Yo ya no busco más correr o jugar al tenis o jugar un partido con mis amigos. Pero después viene el otro y dice ‘No, no le hagas caso porque sos muy joven para la prótesis’. Espero hasta los 50 y le digo ‘pero flaco, yo de los 31 que no corro, no subo una escalera, no puedo patear una pelota. No jugué nunca más al tenis», concluyó.