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Qué pasó con las causas del bochorno en la final River vs. Boca de 2018

Hubo un único culpable condenado y la Justicia archivó rápidamente el resto, excepto una por reventa que aún no tiene fecha de juicio. Hoy se cumplen seis años de los piedrazos al micro xeneize que terminó con jugadores heridos y la histórica definición de la Copa Libertadores a un océano de distancia del Monumental.

Estaba programado como el evento más importante en la historia del fútbol argentino en cuestión de clubes. Nunca antes una final de Copa Libertadores se había definido entre los dos equipos más grandes de la Argentina. River y Boca, Boca y River. El país estaba paralizado por la definición y los ojos del mundo se posaban aquel 24 de noviembre de 2018 en el lugar más austral del planeta. Pero lo que iba ser la gran fiesta del fútbol terminó en el papelón más penoso que se recuerde. La agresión al micro de Boca con suspensión posterior del partido puso a la violencia en el fútbol argentino en boca de todos. Y al final todo se trasladó a Madrid sumiendo en la impotencia a los hinchas.

A seis años de aquel incidente, la Justicia encontró un culpable que ya cumplió su pena aunque se le mantiene la prohibición de concurrencia y poco más: todas las complicidades políticas y policiales que saltaban a la vista terminaron sin sanción judicial y del hecho principal se desprendieron dos causas paralelas en las cuales una se cerró con algunas probation para barras y revendedores y archivo de la causa para dirigentes y empleados de River y la otra que tiene como acusado a Guillermo Caverna Godoy por lavado de activos, quien era el jefe en aquella época de Los Borrachos del Tablón, está elevada a juicio hace más de dos años y sin fecha aún para el debate oral. Todo muy argentino.

Aquel bochorno sigue repercutiendo aún hoy. Porque las frecuencias policiales que consignó en su momento TyC Sports dejaron al descubierto que hubo una zona liberada en medio de una interna entre la seguridad de la Ciudad de Buenos Aires y la de Nación, quienes decidieron resolver sus diferencias ese día, en Libertador y Lidoro Quinteros. Un rato antes que el micro de Boca tomara Quinteros hubo orden de replegar los cuerpos de choque hacia la zona de Figueroa Alcorta donde presuntamente se estaban produciendo incidentes con hinchas que no tenían sus tickets.

La información era que la barra, que había sido desarticulada el día anterior con un allanamiento donde se les sacaron los 300 carnets con los que se pensaba ingresar, supuestamente estaba robando tickets a los hinchas comunes. Ese dato era parcialmente cierto y la magnitud del incidente era pequeño. Cualquiera sabía que el objetivo principal a respaldar era la seguridad del micro de Boca. Pero no sucedió. Por eso cuando llegó a esa zona, se encontró sin el vallado correspondiente y sin los grupos de Infanterí necesarios para despejar el ambiente. Así, debió pasar rodeado de hinchas comunes de River y varios de ellos, en medio de la locura colectiva, decidieron tirarles piedras como método de amedrentamiento. Increíble pero real, porque así se comporta también el hincha protobarra del fútbol argentino. Uno de esos proyectiles rompió un vidrio, las esquirlas lastimaron a varios jugadores, uno de los más afectados fue Pablo Pérez, y el partido se suspendió.

 

Pablo PérezLa investigación judicial fue por varias aristas. La primera que se concretó fue la identificación de quién había tirado la piedra más precisa: era un hincha que no tenía relación con Los Borrachos del Tablón, llamado Matías Firpo, que tenía 31 años en ese momento. Vivía en Ramos Mejía, trabajaba como mecánico y había adquirido una popular para la tribuna Centenario alta a través de la comunidad Somos River. Diez días después del hecho y aunque se había rapado, fue detenido en la puerta de su casa por la fiscal que llevó el caso, Adriana Bellavigna. Y acordó en un juicio abreviado la pena de dos años y cuatro meses de prisión en suspenso (las penas menores a tres años son de cumplimiento condicional) y la inhabilitación perpetua por derecho de admisión para volver a la cancha.

 

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