
El Sindicato de los Trabajadores de la Industria del Gas (STIGAS) ha declarado el estado de alerta, asamblea permanente y quite de colaboración, intensificando la presión sobre Camuzzi, la empresa prestataria de gas en el sur argentino. El gremio exige la jerarquización de salarios y el cumplimiento de reclamos que, a pesar de los excelentes resultados económicos de la compañía tras la dolarización y polarización de tarifas, llevan años sin resolverse.
La tensión entre STIGAS y Camuzzi ha alcanzado un nuevo punto de inflexión. El Sindicato de los Trabajadores de la Industria del Gas (STIGAS) ha puesto en marcha una serie de medidas de fuerza que incluyen el estado de alerta, la asamblea permanente y la amenaza de un quite de colaboración. La decisión surge como respuesta a la histórica falta de soluciones por parte de Camuzzi a una serie de reclamos laborales que, según el gremio, se han arrastrado durante años, a pesar del floreciente panorama económico que atraviesa la empresa.
Desde STIGAS, la indignación es palpable. Recalcan que, tras la decisión del gobierno de dolarizar las tarifas energéticas y polarizarlas, empresas como Camuzzi han experimentado un «crecimiento holgado» en su andar económico. Los números respaldan esta afirmación: la prestataria de gas ha gozado de un gran año bursátil y ha registrado importantes utilidades en los últimos dos ejercicios fiscales. Este éxito financiero, que se contrapone drásticamente con la realidad de los trabajadores, es el principal motor de la protesta. El sindicato observa con preocupación cómo la empresa se beneficia de un contexto favorable, incluyendo el auge de las acciones de compañías que cotizan en bolsa y la estratégica gestión de la Secretaría de Energía, que sugiere una muy probable renovación de licencias para estas empresas. Para STIGAS, esta bonanza económica debería reflejarse de manera justa en las condiciones laborales y salariales de sus afiliados.
En este sentido, el sindicato ha emitido un contundente comunicado donde, además de declarar las medidas de fuerza, advierte que si no se logran acuerdos satisfactorios en los distintos reclamos, el quite de colaboración será una realidad. Los reclamos, que ya han adquirido un carácter «histórico» ante la persistente falta de respuestas positivas por parte de Camuzzi, se centran en varios puntos cruciales para los trabajadores. Entre ellos, se destacan los «adicionales mal remunerados», una categoría que incluye compensaciones vinculadas a trabajos realizados en distintas zonas geográficas, el reconocimiento adecuado de la antigüedad en el puesto de trabajo y la correcta liquidación de los viáticos. Estos elementos, que son parte fundamental de la composición salarial de los empleados, han sido motivo de fricción constante, generando un profundo malestar en la base de trabajadores.
La postura de STIGAS es clara: no están dispuestos a seguir esperando mientras la empresa acumula ganancias. La jerarquización de tarifas, un pedido central del sindicato, busca equiparar el esfuerzo y la responsabilidad de los trabajadores con el desempeño financiero de la compañía. La declaración de alerta y asamblea permanente no es un mero formalismo; es una demostración de la firmeza con la que el gremio buscará forzar a Camuzzi a sentarse a negociar y a ofrecer soluciones concretas a los problemas que aquejan a sus empleados desde hace demasiado tiempo. La situación promete escalar si no hay avances significativos en las negociaciones.